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Daddy Yankee hizo bailar a sus fans en Vélez bajo una lluvia de fuegos artificiales: ¿se retira realmente?

El puertorriqueño Raymond Luis Ayala, conocido como Daddy Yankee (46), uno de los más grandes referentes del reguetón en todo el continente, y uno de sus precursores, trajo a la Argentina el Ultima Vuelta World Tour en lo que, dijo, será su despedida de los escenarios tras casi 33 años de carrera en la música.

Ante un estadio de Vélez desbordante repasó todos sus hits y presentó algunos temas de su última producción: Leggendady, séptimo álbum en su restallante trayectoria.

Vamos a comenzar con una diferenciación básica y elemental de lo que se conoce como “recitales de estadio”. Pensemos que hay tres grandes columnas. La primera podría ser un recital de “música pura y dura”, como dicen los españoles. Por ejemplo el que en este mismo estadio ofreció Bob Dylan el 15 de marzo de 2008. Cero artificio, música, palo y a la bolsa. A la segunda variante podríamos ponerle por título “música y show”.

A “perrear” se ha dicho, todo bajo un cielo iluminado por fuegos artificiales. Fotos Emmanuel Fernández

Un mix como el que ofrecieron aquí mismo también los ingleses de Iron Maiden, 12 de octubre de 2019. Música, fuego escénico, bombas de estruendo y monstruo Eddie incluido.

Y finalmente aquellos recitales que están hechos de “puro show”, que incluyen enormes pantallas panorámicas, fuegos artificiales, cuerpos de baile, trabajadas escenografías, muñecos inflables y humo. Mucho humo. Aquí estacionó su máquina enchulada Daddy Yankee. Dos horas de reguetón que tuvo en el público tal vez a su más grande protagonista. Algo que no es tan difícil de lograr en estos días.

Hagamos ahora un aparte. Necesario para entender un fenómeno de masas que se viene replicando con el poder arrollador de un tsunami en los últimos meses. El paisaje planetario post pandémico (y esto sólo en caso de que la pandemia de Covid haya terminado, cosa que los científicos desestiman rotundamente) parece haber entrado en un trance histérico explosivo.

Todos salimos a la calle desesperadamente, todos rebasamos la capacidad de bares, pubs, restaurantes, bodegones, cines, teatros, canchas de fútbol, shoppings y recitales.

Una virulenta marea humana incontenible donde de lo único que se trata, pareciera, es de mostrarle al prójimo que estamos vivos. Para ello corremos de acá para allá cual hormigas huyendo de un hormiguero cascoteado. Nos chocamos, nos apretujamos, nos violentamos, nos agredimos, nos reímos de lo que sea, lloramos por lo que venga, y gritamos mucho. Necesitamos gritar lo más fuerte posible como para ser vistos.

Y por supuesto mostrarlo en las redes. Y así todos felices entonces. Y no pasa nada. Y está todo bien. ¿Está todo bien?. En definitiva, tarea para sicólogos y sociólogos.

Entre su público se hicieron notar las colectividades de Bolivia, Perú, Venezuela, Colombia, Uruguay, Chile y desde ya Puerto Rico. Fotos Emmanuel Fernández

Por tal motivo ese mar de cabezas parlantes que se llegó hasta Vélez (esta noche será el segundo y último show) fue el verdadero protagonista. Había que bailar, saltar y gritar lo más fuerte posible.

El Cangri como le dicen al Daddy (en la jerga de Puerto Rico esa palabra refiere a un hombre fuerte, importante, líder), rápido como el rayo, utilizó inteligentemente esas psiquis desbordadas para transformarlas en espectáculo. Y ese mismo público, que pagó entradas de entre 18 mil y 35 mil pesos (estaban entre 7 y 14 mil en el mes de abril, antes de la hiper inflación) se fue bastante contento a sus casas hasta la próxima estampida.

La organización para entrar fue deficitaria. La Policía Federal acusaba a la agencia Tech de seguridad por las desprolijidades (un sargento de policía, pegado a este periodista, tratando de contener a la masa enfurecida que al segundo tema aún no había podido entrar se lamentaba: “al final terminamos siempre nosotros haciendo el trabajo sucio”. (“Bueno, señor, hubiera estudiado”, diría Charly).

Los de Tech se excusaban arguyendo que para que eso no sucediera tendríamos que haber ido todos al estadio…a las cuatro de la tarde! (“bueno señor, se supone que es un recital, no un acampe con el Daddy!”).

Esa legión de personal de seguridad que parecían deleitarse confundiendo a la gente aún más y mandándolos a cualquier puerta menos a la correspondiente, no lograron opacar la fiesta.

Escena repetida en Vélez: un cuerpo de bailarinas “perreando” durante las dos horas que duró el show. Fotos Emmanuel Fernández

Y miren que lo intentaron, ¿no? (“lo que pasa es que acá todos vienen con la entrada en un QR, y el sistema se cayó, los molinetes van lentos por eso”, argumentaba otro seguridad. (“Bueno señor, el sistema se cayó hace rato y usted recién se entera!…”)

Luego del acto soporte de El Osito Wito, referente argento del reguetón que aprovechó para presentar las canciones de su primer álbum, “El Maquinón”, Daddy Yankee salió, como dicen en el campo, a poner toda la carne en el asador desde el primer tema. ¿Qué no era tanta?, ¿qué alguna estaba recocida?

Puede ser, pero eso a nadie le importó demasiado. El asunto era saltar y gritar y sentirse vivos. Por momentos, gracias al trabajo de las luces y la pirotecnia, y las bailarinas perreando, el recital se asemejaba mucho a una fiesta de cumpleaños de 15. Pero claro, con 40 mil invitados. ¿Querían fiesta?, pues fiesta tuvieron.

Porque el show de Yankee va al hueso. Lo que no consigue la música va a lograrlo el despliegue visual. A saber: un cuerpo de bailarinas perreando durante las dos horas que duró el recital.

Fue una noche plagada de hits: “Lo que pasó, pasó”, “Ella me levantó”, “Somos de calle” y por supuesto “Gasolina”, entre otros. Fotos Emmanuel Fernández

¡Fuego!

Volutas de fuego saliendo del escenario y elevándose hacia el cielo (hubo un principio de incendio en el techo, por suerte sin mayores consecuencias, y el show estuvo interrumpido unos diez minutos hasta que lograron apagarlo), serpentinas, brillos, coreografías, pantallas presentado a los invitados de cada tema.

Y esas canciones que sin duda alguna ayudaron a establecer al reguetón como género original en todo el planeta, le guste a quien le guste.

Así desfilaron los viejos himnos: Lo que pasó, pasó (2004), Ella me levantó (2007), Somos de calle (2008), Limbo (2012) Despacito (2017) y por supuesto Gasolina (2010) hasta lo más nuevo, como X última vez (2022), con una letra que dice: 

E-e-ese, ese culo está más grande que ayer, que ayer, que ayer, Yo-yo-yo quiero una prueba, una prue- Ese, ese culo está más grande, está más grande (una prue-, una prue-) Está más grande que ayer, que ayer, que ayer, que ayer (yo, yo quiero una prueba).

Baila, Baila, Baila, lanzada en 2020 en colaboración con J Balvin, Farruko y Ozuna (Mami llégale a código, Con el perreo solido, Esta te la dedico pa’ que suelte el estrés, Acércate al perímetro Y rompe los termómetros, Si tú abres la vía te vo’ a parquear el trén. Me gusta como lo hace’, Cuando te atreves, Tenia’ escondida esa actitud, ey) Soltera (2019, junto a Bad Bunny) en la que canta:

Ella lo que quiere e’ joder, vacilar Solita pa’ romper la disco Ella lo que quiere e’ joder, vacilar (Chi-chi-chium) Dale hasta abajo, pa’ hasta abajo sin parar “Con calma” (2019 junto a Snow): Con calma, yo quiero ver cómo ella lo menea Mueve ese poom-poom, girl (Girl) Es un asesina, cuando baila quiere que to’ el mundo la vea I like your poom-poom, girl…

Yankee lleva ganados 5 premios Latin Grammy, 30 Billboard de la Música Latina, 17 premios Lo Nuestro, 4 Latin American Music Awards y 6 premios ASCAP. Fotos Emmanuel Fernández

Bueno, sí, es verdad que Daddy Yankee no va a ganar ningún concurso de poesía. Y si, es verdad que hay una fijación importante con el trasero femenino (como dijo la sexóloga y catedrática alemana Ingelore Ebberfeld -autora del libro “El erotismo de las nalgas”- se trata de una verdadera nalgofilia que encuentra en el perreo a su major aliado (es cuanto menos curioso ver a toda esa masa de público femenino vitoreando el perreo de las bailarinas). 

Y si, es cierto que el reguetón no va a colaborar demasiado con el feminismo Pero esto es una fiesta tribal donde la gente ha venido a desahogarse.

Ante un auditorio mayoritariamente compuesto por mujeres, varias familias, gente de colectividades de Bolivia, Perú, Venezuela, Colombia, Uruguay, Chile y desde ya Puerto Rico, Daddy agradeció las muestra de cariño (el inevitable ¡Olé olé olé, Daddyyy, Daddyyyy!) diciendo que la raza presente en Argentina lo emocionaba. Mucho flow, sandunguéo y freestyle. Mucho brillo en el escenario pero también debajo de él.

Este puertorriqueño hiper activo y entrador, inventor según dicen de la palabra “reguetón”, hizo tres cambios de ropa, ensayó algunos pasitos básicos con su cuerpo de baile, se sintió muy contento por las muestras de cariño dentro y fuera del show, interactuó con alguno de sus músicos y el DJ y hasta se dió el gusto de subir a escena a varios fans.

Simpático hasta la medula, tuvo tiempo además de aconsejar a su público: “si yo lo logré ustedes tambien pueden hacerlo, vayan tras sus sueños”. Y a juzgar por los resultados tal vez deberíamos hacerle caso.

El premiado

El Big Boss logró convertirse en una verdadera leyenda, y lleva ganados cinco premios Latin Grammy, 30 Billboard de la Música Laatina, 17 premios Lo Nuestro, 4 Latin American Music Awards y 6 premios ASCAP entre otros. Tiene su propio sello discográfico, El Cartel Records, y ha producido a varios artistas (Nick Jam entre ellos). Cantó junto a luminarias como Janet Jackson, Nile Rodgers (Chic), Fergie (Black Eyed Peas), Marc Anthony, Luis Fonsi y Katty Perry.

Habrá que ver luego de esta gira (dura en total casi 6 meses y terminará en México el 4 de diciembre) si Daddy Yankee se retira, en efecto, o puede más el síndrome de abstinencia escénica. A juzgar por la energía, por los millones de views en sus videos, por las descargas de streaming y los premios es muy posible que haya Daddy para rato. Y reguetón. Y perreo.

Le guste a quien le guste…

cjl

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