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Sin agenda pública, Alberto Fernández se recluye y analiza cambios y medidas

El Gobierno atraviesa horas clave. Mientras la expectativa está puesta en las gestiones que realiza en Washington la ministra de Economía, Silvina Batakis, Alberto Fernández y se recluye y analiza cambios. Con la tensión que dejó la corrida cambiaria de la semana pasada y las voces altisonantes de la política que en el oficialismo atribuyen a un “intento de desestabilización”, la sensación en el Frente de Todos es que no hay más margen para demorar señales al mercado.

“Otra semana más como la anterior no se aguanta, tenemos que dar un golpe de efecto ya”, concedió ante Clarín uno de los hombres que más escucha al Presidente. Fue en la noche de este domingo, cuando se reavivaron las versiones de un “inminente” desembarco del titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, en la Jefatura de Gabinete. Según esa información, se prepararía un anuncio para el regreso de Batakis, entre “martes o miércoles”.

Tanto desde la Casa Rosada como voceros del tigrense no se esforzaron por apagar los rumores pero, ante la consulta de este diario, indicaron que “no hay nada que informar”. Es la manera que, en medio del desconcierto, les garantiza no negar algo que eventualmente suceda.

De todos modos, otras fuentes oficiales, también de peso político importante y en off the record, desmienten que vaya a haber cambios en el corto plazo: “Hoy lunes 25 (de julio) no está, no creo que haya cambios de Gabinete. Puede haber medidas cambiarias y monetarias, pero no creo que políticas”, señalan desde el Gabinete.

La incertidumbre se enmarca en el profundo hermetismo que rodea desde hace dos semanas al Presidente. Es que la crisis política y económica lograron lo que Cristina Kirchner no pudo ni siquiera exponiéndolo públicamente: que redujera al máximo su vínculo con los periodistas y que le cerrara la puerta incluso a funcionarios con los que solía tener un vínculo aceitado sin ser de su estricta confianza. Tras el reencuentro con su vice y a dos años y medio de su asunción, Fernández se replegó en su entorno más íntimo, sólo contesta mensajes de “dos o tres de sus periodistas privilegiados”, como precisó un estrecho colaborador, y alimenta las especulaciones.

Tanto recelo aumenta la confusión en una administración que, más allá del cúmulo de malas decisiones políticas, en materia de comunicación también sufre las penurias de la feroz interna que atraviesa al Frente de Todos. Igual, a algunos no les molesta: “Estamos felices con el hermetismo, se trabaja mucho mejor”, fue la curiosa -e irónica- reflexión que dejó un funcionario con rango de ministro que parece no estar al tanto del impacto que tiene en los mercados la falta de certezas.

Con todo, sin agenda pública, Alberto F. arribó pasado al mediodía a una Casa Rosada semi vacía, donde ni el jefe de Gabinete, Juan Manzur, ni el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, estaban en sus despachos.

La situación de Manzur, quien se quedó el fin de semana en Tucumán y entró a Balcarce 50 minutos después que Fernández, abona las especulaciones: de aquel perfil “hiperactivo” que intentó mostrar cuando arribó al Gabinete tras las PASO a este presente de bajo perfil en el que, como por ejemplo este lunes, no incluyó actividades en la agenda oficial. “Se demoró su partida desde la provincia por cuestiones meteorológicas”, se excusaron desde su oficina.

Contra los rumores que señalan que el tucumano habría dicho que se veía “afuera” del Gobierno, entre el puñado de dirigentes que están al tanto de los cambios que analiza el Presidente, sostienen que una posibilidad concreta es que el ingreso de Massa no implique su vuelta a la gobernación: la Cancillería, hoy en poder de Santiago Cafiero, podría ser uno de los destinos.

En ese escenario, Cafiero, el hombre en el que Fernández más confía, podría recalar nuevamente en la Casa Rosada. “Nunca dejó de estar cerca, hablan tantas veces por día como cuando era jefe de Gabinete. El cargo que tenga es lo de menos”, apuntan en el albertismo.

En la arquitectura de “una reforma integral” del equipo, como consideran necesario hacer quienes pregonan cambios, Fernández bosqueja un borrador que despeje dudas sobre su figura. El desembarco de Massa, que no cedió en las condiciones que pidió hace tres semanas (manejar en forma completa el área económica), atenta contra eso. Una alternativa es que un funcionario de extrema confianza del jefe de Estado trabaje en Jefatura de Gabinete junto al tigrense, algo que no choca con la exigencia del diputado: “Sergio dejó en claro que puede trabajar con todos, pero que si se sube a un auto, lo maneja él”.

Eso incluye a Batakis. Hay, a priori, un buen vínculo: la semana pasada y durante buena parte del domingo, la ministra le consultó sobre los pasos a seguir en su paso por Estados Unidos.

“No niego que se analizan diferentes variantes, pero todavía no hubo una definición”, relativiza otro de los incondicionales de Fernández. Se verá.

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