28.8 C
San Fernando del Valle de Catamarca
InicioSociedadCáncer de ovario: el caso de la ex finalista de "Expedición Robinson"...

Cáncer de ovario: el caso de la ex finalista de “Expedición Robinson” y por qué es tan difícil de detectar

Circula en estas horas el reclamo por mala praxis médica de parte de los allegados de Carla Levy, la mujer que había cobrado fama hace más de 20 años por su participación en el reality show “Expedición Robinson”, y que esta semana ocupa el tapete noticioso del modo más angustiante: murió a los 50 años, víctima de un cáncer de ovario detectado en estadío avanzado. ¿Podrían haberlo detectado antes?

El problema es que el cáncer de ovario es considerado una de las patologías ginecológicas más escurridizas. De más difícil detección temprana. Con los síntomas más ambiguos. Más enmascarados. De peor pronóstico. De menor sobrevida. Con más chances de retorno, aun cuando parece “superado”.

Al margen del particular caso de Levy (que deberá ser revisado en una instancia judicial), el de ovarios es un cáncer traicionero. Las cifras, en esto, son son claras y constantes.

Si bien tiene baja incidencia (en 2020 murieron por cáncer de ovario 7,3 mujeres por cada 100.000; mientras que de cáncer de mama, 73 cada 100.000), el problema es el tenebroso pronóstico de esta enfermedad.

Basta ver las cifras. En 2020, hubo 22.000 diagnósticos de cáncer de mama y 6.821 mujeres fallecieron por la enfermedad. De ovario, hubo 2.200 pacientes diagnosticadas y en ese mismo período murieron 1.394.  

¿Qué síntomas atender y qué estudios concretar, pensando en prevenir de algún modo el cáncer de ovarios?

Cáncer de ovario, del deseo a lo posible

A grosso modo, hay tres grandes tipos de cáncer de ovario. El problema, en todos, es el mismo: los síntomas son casi nulos mientras el tumor avanza, y confusos o ambiguos cuando el estadío es avanzado.

Se presta al sub o al mal diagnóstico.

“Síntomas confusos” significa que se parecen a cualquier desorden intestinal. Por ejemplo, una gastritis, precisamente el diagnóstico erróneo que recibió Levy.

Según donde se origine, el cáncer de ovario puede surgir 1) en el ovario propiamente dicho (en realidad, en el epitelio, la capa de células que recubren los ovarios), 2) en las trompas de Falopio y, 3) en el peritoneo, tejido que tapiza la pared abdominal, de donde luego pasará al ovario. O a los ovarios.

Valeria Cáceres es jefa del departamento de Oncología Clínica del Instituto Ángel H. Roffo-UBA (centro de salud referente en esta materia) y directora de la Carrera de Especialistas en Oncología en la UBA.

Es, además, el tipo de médica que, curtida por la aspereza de su tarea diaria, no da vueltas cuando toca dar malas noticias.

Por ejemplo que “hoy por hoy no hay ningún estudio que permita hacer detección precoz, o lo que se llama screening de cáncer de ovario, como sí se puede hacer en otras patologías, sea el cáncer de mama u otras”.

O que, todavía peor, el pronóstico de estos cuadros sea duro y pesimista: tras la extirpación del útero y los ovarios (anexohisterectomía) e, incluso, de pasar por un tratamiento de quimioterapia, en cánceres detectados en estadío avanzado, “hay un 70% de chances de que la enfermedad vuelva antes de los tres años”.

Y agregó: “La sobrevida de 4 años ocurre en el 40% de los casos, a pesar del tratamiento”.

Ovarios, genética y edad

Es sabido, como detalla la página del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, que “las mujeres con antecedentes familiares de cáncer de ovario tienen mayor riesgo de padecerlo”, ya que “algunos cánceres de ovario, de trompas de Falopio y primarios de peritoneo son el resultado de mutaciones (cambios) en los genes, que son hereditarias”.

Sin embargo, la cuestión “edad” no es menor. Si bien el cáncer de ovario afecta a una de cada 70 mujeres (y a nivel mundial, en 2020, se diagnosticaron más de 300.000 casos), “el 90% de estos tumores ocurren después de los 40 años. Y, puntualmente, del 30% al 40%, después de los 65 años”, detalló Cáceres.

“Es la quinta causa de muerte por cáncer en la mujer”, enfatizó la médica, antes de agregar que el mayor problema es que “el 80% de los cuadros se diagnostican en estadíos avanzados“. Esto -otra vez- por falta de síntomas.

Un cáncer enmascarado

Nada de lo dicho en estas líneas derriba la importancia sideral de acudir una vez por año al especialista ginecológico y realizarse los tradicionales chequeos anuales.

Algunos los realizará el médico en el consultorio y otros requieren de estudios aparte. Esto es, colposcopía, Papanicolau, ecografías transvaginal y mamaria, y mamografía, principalmente.

Es que, mientras en el mundo el cáncer de ovario lidera la causa de muerte por cáncer ginecológico, en Argentina, el mayor número de decesos se los lleva (en un absurdo incomprensible) un cáncer absolutamente prevenible, culpa de las pobres estrategias sanitarias de control temprano: el de cuello de útero.

Pero, volviendo a los ovarios, Cáceres no infló las expectativas: aun la más rigurosa rutina anual podría no detectar este tumor maligno.

“Los síntomas son totalmente silentes y pueden estar enmascarados por una inflamación que podría parecer intestinal. Por más que uno proponga hacer una ecografía transvaginal, muchas veces no se diagnostican en estadíos iniciales hasta que no haya una lesión palpable, una masa ovárica que se vea en la ecografía transvaginal, o líquido libre en el abdomen”, señaló.

“Tampoco sirven las pruebas de detección en sangre, como una denominada CA-125, que si bien se utiliza para el monitoreo de la enfermedad una vez diagnosticada, no sirve realmente para prevenir y diagnosticar en forma precoz”, agregó. 

¿La excepción? “A veces se logra hacer el diagnóstico precoz en pacientes que se están sometiendo a tratamientos de fertilidad y les toca hacerse ecografías transvaginales muy frecuentes”.

Desafíos pendientes

La pregunta tienta: ¿cómo es que, a esta altura del siglo XXI (y con la evidencia clara de los veloces logros científicos durante la pandemia) un cáncer como este se las arregla para pasar inadvertido frente a los obsesivos escaneos ginecológicos a los que miles de mujeres se someten anualmente?

¿Está desatendido el cáncer de ovario? ¿Se investiga poco por su baja incidencia? Cáceres aseguró que no.

Si bien remarcó que existen tratamientos nuevos y terapias de mantenimiento para aumentar la sobrevida, apuntó que “existe mucha investigación sobre el tema” y que “se hicieron muchos estudios, pero todavía no se pudo determinar que esas herramientas tengan, en serio, alguna utilidad”.

En otras enfermedades, el gran desafío es encontrar una cura. En esta, hallar la forma del diagnóstico precoz.

AS

TEMAS QUE APARECEN EN ESTA NOTA

MAS NOTICIAS
NOTICIAS RELACIONADAS