El celular, el aula y la tentación por prohibir

“Sabemos que hoy hay un fenómeno de adicción a las pantallas, de mal uso del móvil. Nuestra misión principal es proteger a los niños y adolescentes. Es el rol fundamental de la educación, y esta ley lo permite”, había dicho el ministro de educación francés, Jean-Michel Blanquer, en el año 2018 cuando, por medio de una polémica ley, ese país prohibió el uso del celular dentro de las aulas.

El argumento vino por el lado de las neurociencias. Y el neurocientífico de ese país Stanislas Dehaene -asesor del Ministerio de Educación de Francia- se lo explicaba a Clarín. “Uno de los pilares del aprendizaje es la atención. El cerebro selecciona y amplifica información y evita la distracción. Entonces, en lo que uno pone atención lo amplifica y en lo que no presta atención no se aprende prácticamente nada. El maestro tiene que hacer que los alumnos presten atención sobre lo que tienen que aprender. Y evitar toda distracción”, dijo.

Y agregó que “el problema con los celulares es que las aplicaciones que más se usan -Facebook, Twitter, y demás- están diseñadas para atrapar tu atención y convertirte en adicto. Así es como ellos viven. Su objetivo es atrapar tu tiempo para vendérselo a los anunciantes. Distraen del aprendizaje al atraer tu atención constante hacia otros estímulos”.

La polémica de Francia 2018 volvió a la vida en la Argentina la semana pasada, a partir de la decisión del Gobierno de Catamarca a partir de una resolución oficial de, también, prohibir los celulares, y todo otro dispositivo digital, en las aulas.

Si bien tanto en Francia -como ahora en Catamarca- la prohibición está exceptuada para el uso pedagógico de los equipos, la controversia se vincula al mismo hecho de la prohibición. ¿Acaso no están capacitados los docentes para determinar, por sí mismos, cuándo deben usar el celular en el aula y cuándo no? ¿Es una cuestión de falta de autoridad para imponer las normas? ¿Necesitan un veto ministerial?

Las autoridades de Catamarca – a diferencia de las de Francia- sumaron otro argumento: que con el veto buscan disminuir el ciberbullying. ¿En serio creen que quitándoles a los alumnos los celulares por unas horas bajarán los índices de hostigamiento escolar? ¿No habría que pensar en otro tipo de acciones destinadas a mejorar la convivencia?

Sin mencionar que estamos en 2022, después de dos largos años en los que las mismas autoridades interrumpieron la presencialidad escolar e impulsaron la virtualidad. ¿Ahora le ponemos límites al uso de las máquinas?

Suena todo raro. El argumento de las neurociencias debiera atenderse debidamente, claro. El resto se parece más a uno de los tantos excesos normativos que suelen surgir de los escritorios ministeriales.