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En tiempos de depresión es más fácil caer en una secta: “Cualquiera puede ser víctima”

Lourdes Molina, psicóloga especializada, contó a TN cómo es el proceso para salir de estos lugares, cuáles son las técnicas que utilizan para atraer a sus adeptos y por qué hay que llamarlas organizaciones coercitivas.

Existen herramientas para salir de un grupo coercitivo. (Foto: Adobe Stock)

En las últimas semanas, se realizó el desbaratamiento de la Fundación Escuela de Yoga de Buenos Aires (FEYBA), una organización coercitiva que captaba personas con fines de explotación sexual y laboral. A lo largo de casi 40 años, esta organización funcionó con total impunidad y acercó a sus filas a miles de adeptos: los alejaron de sus familias, de sus amigos, de sus trabajos y estudios. Crearon una burbuja alrededor de ellas y luego las despojaron de todo.

Estas personas fueron captadas y direccionadas para que actúen de acuerdo a los intereses de sus líderes. Pero, ¿hay salida de esto?

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TN habló con María Lourdes Molina, psicóloga abocada a la evaluación y tratamiento de personas damnificadas por situaciones traumáticas, en particular violencias y servidumbres, y fundadora de la Asociación Civil Nuestras Manos, quien contó cuáles son las herramientas para acompañar a una persona en el proceso de salir de estos lugares.

¿Secta u organización coercitiva?

Molina remarcó la importancia de separar los términos “secta” y “organización coercitiva”. “La palabra secta les da la posibilidad de defenderse ante la Justicia argumentando que se están metiendo con la libertad de culto de las personas”, explicó. De esta manera, buscan tener un recurso judicial ante una denuncia o enjuiciamiento.

Eso fue lo que utilizó la Escuela de Yoga de Buenos Aires para librarse de la cárcel en el primer juicio, que terminó cayendo por falta de mérito.

Cómo salir de una organización coercitiva. (Foto: Adobe Stock)Por: Space Wind – stock.adobe.com

Cómo salir de una organización coercitiva

El proceso para salir de una organización coercitiva comienza a partir de que algún allegado a la persona captada nota cambios en ella. Allí es cuando se inicia una consulta sobre la posibilidad de que haya sido captada por estas organizaciones.

“En primer lugar, se les acerca a las familias el protocolo para que ellos puedan contestarlo en base a las personas que consideran que pueden estar siendo captadas por una organización coercitiva”, contó Molina. Este protocolo es un cuestionario en el que se marca si se conoce o desconoce sobre ciertos cambios y actitudes en diversas áreas en las personas analizadas.

“Es importante acompañar al adepto, pero no invadirlo, es por eso que la familia o allegados deben ser quienes les acerquen este cuestionario”, explicó y remarcó la importancia de no hablar de “desprogramación”. “Desprogramar es el tratamiento inverso al que realizan las organizaciones, por eso a lo largo del proceso se les da herramientas para que puedan salir solos”.

Las herramientas para salir. (Foto: Adobe Stock)

Es así como en base al resultado de esta consulta, se realiza un análisis y se brinda un diagnóstico. “De esa manera se puede consignar si hay un grupo que está intentando captarla”, explicó.

A partir del diagnóstico, se puede avanzar sobre la persona adepta, pero advirtió que “siempre debe hacerse con precaución y muy de a poco”. En el mismo sentido, aclaró que “este proceso no tiene un tiempo determinado y puede durar lo que la persona necesite”.

“Si la adepta acepta avanzar, se realiza una charla conmigo y con un miembro de la familia presente. A partir de allí se le pueden brindar una entrevista con una persona que haya salido de una organización, informes periodísticos, ya que quienes están dentro de estos lugares no tienen acceso a los medios de comunicación, y las herramientas que considere necesarias”, explicó Molina.

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Las técnicas para atraer adeptos

Molina detalló que la peligrosidad de estos grupos se mide en las “técnicas psicológicas para dominar la voluntad del individuo y obtener el control sobre sus pensamientos, sentimientos y conducta” que utilizan.

La psicóloga explicó que hay organizaciones que buscan ciertos perfiles para captar de acuerdo al interés que tengan. Sin embargo, aclaró que “cualquiera puede ser víctima” de una organización por determinados factores de vulnerabilidad que se atraviesan a lo largo de la vida. “Pueden influir momentos de duelo, la pérdida de un ser querido, situaciones en las que se necesita un apoyo mayor. En esos momentos la persona está más en riesgo de ser captada”.

El apoyo de las familias es fundamental para salir. (Foto: Adobe Stock)

“Con el tiempo los allegados se van alejando y abandonando la lucha. La familia no, es la que continúa de pie y por eso es tan importante no dejar de apoyarlos y estar al lado”, indicó.

Cuando una persona logra salir de una organización coercitiva, es importante que continúe con un acompañamiento posterior. “Muchas personas pueden llegar a tener depresión o pensamientos suicidas por todo lo que se perdieron. Durante el tiempo que estuvieron captadas no estuvieron presentes en la muerte de un padre, en enfermedades o en situaciones importantes que una vez que salen les genera un vacío porque toda su vida estaba centrada en la organización y ahora eso se derrumbó. Y todo es peor cuando descubren que se trató de una mentira”.

Ante ello, Molina remarcó la importancia de dar el espacio para que la salida pueda realizarse de la mejor manera posible. “Las políticas de prevención son fundamentales en estos casos para poder llegar a más personas y que la Justicia pueda entender sobre estas organizaciones y les dé el foco que corresponde”

Los casos de la Fundación Escuela de Yoga de Buenos Aires

Molina trató con personas que fueron captadas por la Escuela de Yoga de Buenos Aires, y especialmente con Valeria Llamas, la joven por la cual se destapó la primera causa judicial, pero con ninguna obtuvo resultados exitosos, aunque sí con otras organizaciones. “Cuando más peligrosa es la organización, más difícil es salir”, indicó.

“En menores que fueron captados desde muy chicos es mucho más difícil que puedan salir porque crecieron ahí y es la única realidad que conocen. No solo sufrieron violencia y abuso, sino que crecieron en un ámbito coercitivo. El caso de Pablo Salum es muy particular, pero inclusive él tuvo la colaboración de alguien de afuera para poder salir”, explicó.

Juan Percowicz junto a su hijo Marcelo Guerra Percowicz y dos mujeres miembros de la secta. (Foto: Facebook / LeyAntisectas).

Molina contó que tras el juicio de 1995, en el que la Justicia finalmente declaró la falta de mérito para procesar o sobreseer a los imputados, desde FEYBA la denunciaron. “Hace poco me enteré de que estoy en una lista negra de la organización, como todos los que estuvieron implicados en ese momento”, detalló. “Ellos actúan así, intentan que quienes se involucran terminen desistiendo”.

Lourdes, que se interesó en las técnicas de persuasión coercitivas luego de que dos compañeros de la facultad fueron captados por Niños de Dios (una organización coercitiva acusada de corrupción de menores), confesó que luego de la absolución del juicio pensó en dejar todo y dedicarse a atender pacientes en su consultorio. Pero antes de desistir, optó por hacer el doctorado en Ciencias Penales para ver por qué la Justicia actúo de la manera en la que lo hizo.

Finalmente, su convicción fue más fuerte y decidió seguir trabajando junto a Nuestras Manos, la asociación civil que fundó y preside, la cual se aboca en ayudar en el tratamiento de personas damnificadas por situaciones traumáticas, en particular violencias y servidumbres.

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