En la calle Bulnes 45 se encuentra la Escuela Superior de Educación Artística en Arte Cerámico, “El Cera”, para sus alumnos, y en la angosta vereda de esta institución de Almagro se improvisó una conferencia de prensa en la que siete representantes de las tomas de escuelas leyeron un documento sobre la situación de general de esos establecimientos.
El anuncio se dificultó por el ruido ambiente de las siete de la tarde en una calle sumamente transitada y un miniparlante que acoplaba. “Ruido hay en todos lados, no es nuestro problema”, deslizaron desde adentro del colegio.
“Las magras viandas, la infraestructura añosa y las prácticas laborales alejadas de nuestros intereses”, fueron los temas recurrentes de las voces autorizadas de los estudiantes de los colegios Fernando Fader, Manuel Belgrano, IES Juan B. Justo, Liceo 1 Figueroa Alcorta, Lengüitas, María Claudia Falcone y Escuela de Cerámica.
“Vayan a laburar, vagos”, “Abajo La Cámpora”, “Estudiar, ¿para cuándo?”, y otros epítetos que se filtraron de parte de automovilistas testigos de la escena en plena vereda.
Frente al colegio, llamaba la atención un puñado de veinte madres y padres de los estudiantes que mantuvieron un silenzio stampa. Ante la consulta de Clarín sobre si apoyaban la medida de sus hijos o si tenían algo que expresar, sólo hubo miradas hacia el piso y pasos alejándose.
Antes de la conferencia, una señora esperó pacientemente ser atendida por un “alumno portero” que vigilaba la puerta de entrada, y entregó a través de las rejas del portón -en un momento se atascó- un tupper con comida para que se lo haga llegar a su hijo.
Durante la alocución, cada uno de los jóvenes habló unos minutos y una vez finalizada –duró 25 minutos– se levantaron los siete, acompañados por otros quince estudiantes y se retiraron ante la sorpresa de los medios allí presentes. “Esto sigue por tiempo indeterminado”, fue la única frase de uno de los estudiantes quien, raudo, como el resto, se metió dentro de la institución. Y cerraron con llave.
Las medidas de protesta continuarán y, según un listado actualizado proporcionado por la Coordinadora de Estudiantes de Base que nuclea la información que va surgiendo de los diferentes centros de estudiantes de la Ciudad, al cierre de la cuarta jornada de protestas son 15 los colegios en conflicto.
La nómina está compuesta por el Pellegrini, Pasteur, Moreno, Falcone, García Lorca, Tosco, Pugliese, Esnaola, Roca, Walsh, Cerámica, Lengüitas, Avellaneda, Guaglianone y el Nacional Buenos Aires, que decidió plegarse con “un pernocte” este miércoles, después de una asamblea.
Un clima caliente
Desde el viernes, cuando el Mariano Acosta dio el paso al frente y sus estudiantes tomaron las instalaciones del colegio, el termostato de la educación porteña fue increscendo y las tomas o pernoctes adquirieron una velocidad acelerada.
La ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, fustigó las tomas y tuiteó que “la rebeldía de los jóvenes tiene que encontrar un límite” y también señaló que “es la política residual de un modelo que se está terminando”. La legisladora kirchnerista Ofelia Fernández la chicaneó, también por las redes: “Resolvé algo o hacete panelista”.
El lunes por la noche, el Ministerio de Educación porteño había adelantado que denunciaría a los padres de los alumnos que mantengan las tomas en los colegios con el objetivo de que respondan “por los daños que pudieran sufrir los estudiantes y los bienes escolares”.
En las últimas horas la Justicia de la Ciudad de Buenos Aires comenzó a investigar la toma de distintos colegios a instancias de una denuncia que presentó el Ministerio de Educación y la Procuración General. De esta manera, la Policía de la Ciudad se presentó en los domicilios de los padres de esos alumnos para notificarlos del inicio del expediente por violación al Código Contravencional.
En el caso del Mariano Acosta, el Gobierno porteño denunció la vandalización de sus instalaciones y le reclaman a los padres de esos alumnos 1,5 millones de pesos por cada día de toma (se levantó el martes).
“Desde el @gcba impulsamos las denuncias penales y las demandas civiles a los adultos responsables de los estudiantes que participan. Son ellos quienes tendrán que asumir con su patrimonio el costo de los salarios por cada jornada escolar perdida”, dijo Acuña por Twitter.
Otro hecho controvertido de este miércoles fue protagonizado por Micaela Güera de Souza, la presidenta del centro de estudiantes del Carlos Pellegrini, quien por la mañana cerró el establecimiento con un candado y sostuvo que “las autoridades deben retirarse del lugar” cada vez que ellos adopten una protesta de ese tipo.
“Cuando tomamos el colegio, automáticamente las autoridades, los docentes, los preceptores o autoridad a cargo del colegio, tienen que retirarse apenas firmamos un acta en la cual nos comprometemos a cuidar el colegio”.
La estudiante, en declaraciones a Radio Mitre, insistió: “Nosotros en el ‘Pelle’ tenemos un portón que se cierra con un candado. Ese candado lo suelen tener los no docentes que trabajan acá en la escuela. Nosotros al no tener eso por una cuestión de seguridad compramos y tenemos nuestro propio candado, porque por la noche no se puede entrar ni salir”.
A 120 horas del comienzo de las tomas, los estudiantes se mantienen firmes y, dicen, no piensan dar el brazo a torcer. “Nosotros le tiramos la pelota a la ministra Acuña y al gobierno de la Ciudad”. Habrá que ver si la ministra responde. Su última comunicación fue el martes cuando dijo que “el costo de las tomas lo pagan los chicos con días perdidos de clase y los ciudadanos que sostienen la educación pública con sus impuestos”.
MG